jueves, 24 de febrero de 2011

LA PESTE MATO A TODOS O AL MENOS ESO CREIAMOS

MIENTRAS ESPERAMOS LA LLEGADA DEL CAZADOR DE NUESTRAS TIERRAS, LES DEJO OTRO APERITIVO, EN ESTA OCASION, NS ENCONTRAMOS CON UN SOBREVIVIENTE, UN HOMBRE QUE SE MANTUVO EN PIE Y LO MAS IMPORTANTE, CUERDO LO MAS QUE PUDO. . . . .ESPERO QUE LO DISFRUTEN.


     
solo


    ―Ya van 2190 días, desde que la peste empezó a extenderse—pienso mientras camino observando cada rincón de la casa, buscando algún lugar vulnerable, en caso de que a mi regreso después de una ronda por el vecindario, “nada”  trate de entrar― Sigo confinado, por voluntad propia el no salir de mi casa, ya no tengo en cuenta el paso de los días, a veces ni siquiera sé en que fecha estoy.
    Mientras clavo algunas maderas en las ventanas, pienso. Nunca debieron mal formar a ese maldito virus, que estupidez. Cada vez que lo pienso, se me revuelve el estomago
    Pasaron 6 años desde lo que pasó, tiempo en que se quiso buscar una especie de cura, y se pusieron a manipular un virus creado en laboratorio. Creyeron que eso sería la solución a un problema metabólico genético, conocido como Porfirio, pero no contaron con la adicción a otras sustancias que algunos pacientes tenían, gran error.
    Los individuos portadores de la malformación genética, tratados con el virus, al principio mostraron resultados positivos, incluso se su comportamiento fue muy sociable, después de un tiempo, cambiaron, se volvieron altamente agresivos, destructivos, fuertes y lo peor de todo, hambrientos.
    ―Si bien trabajé en ese centro de investigaciones, podría decirse que era nuevo en el lugar, ya que fui transferido desde otro centro apenas 2 semanas antes de que sucediera el desastre—este y otros pensamientos llenan mi cabeza, mientras veo por la ventana que el sol cae en el horizonte formado por edificios y casas abandonadas.
    Que violentos fueron esos días, cuando por culpa de unos cuantos tipos que se creían profesionales, pero que no eran más individuos orgullosos, científicos que no hicieron otra cosa que  crear el fin de todos. En mi caso particularmente sucedió cuando saliendo de mi sector. Escuché las alarmas, al siguiente de eso, vi gente corriendo de un lado para otro y  para cuando me di cuenta, todo era caos en el centro.
    Un punto a mi favor era mi soltería, y sinceramente lo tomo como algo positivo, por que casi inmediatamente después de la infección, hombres con mascaras y enfundados en trajes azules, pasaron por los sectores llevándose a quienes estaban en ellos. Nos metieron en cuartos sellados, nos tomaron muestras de sangre y luego de horas de espera. Entraron y repartieron vacunas solamente para sus trabajadores, a nadie más, ni siquiera para los familiares más cercanos.
     Todo era un descontrol, muchos se quejaron, pidieron, incluso rogaron por que le den más dosis, querían vacunar a sus familias pero todo era en vano. Enfadados y sin pensar en las consecuencias, algunos vaya a saber como, se robaron vacunas y las administraron a sus hijos, esposas y madres.    Otro error, por que si bien los chicos estando vacunados deberían estar protegidos, el problema era que no fueron examinados previamente, por lo que la vacuna en un organismo infectado, duplica la fuerza del germen y acelera la enfermedad. No quisiera imaginar la cara de espanto de esos padres cuando vieron que sus hijos se convirtieron delante sus ojos en animales hambrientos de carne. Por eso vuelvo a reiterar, menos mal que no estoy casado. Me apliqué mi dosis y creí que al quedarme en ese lugar estaría a salvo, pero fui un iluso, al principio fue todo tranquilidad, después solo había muerte, gritos y una carrera por sobrevivir. O sea que de pedo estoy vivo, pero igualmente acá todo está para la mierda.
    La tarde después de las 18:30hs cambiaba las calles, de apacibles y solitarias a tumultuosas y muy peligrosas, debido a que se poblaban de seres, que al principio y a lo lejos se veían como lo que fueron en algún momento, personas, son ahora, despojos que caminan, gruñen y pelean por cualquier cosa, ya sea por un cadáveres de animales como de personas. Todo eso sucede a diario, desde que el ser humano dejo de serlo y se transformó en un ser más grotesco, pero a estas alturas, para mí el tratarlos y sobre todo matarlos es costumbre. En esta nueva cadena alimentaría, también están los que simplemente se quedan parados por horas, hasta que pasa alguna posible víctima y lo atacan de forma feroz, desgarrando, desmembrando y fagocitándolo, hasta que solo quedan huesos, viseras y materia fecal desparramada por todos lados.
     —Otra vez la misma música, otra vez los mismos libros—Susurro y pienso mientras tomo un trago de whisky, sintiendo su calor en la garganta y alivio en mi estomago.— mañana voy a dar una vuelta por el barrio a buscar algo de alimento, ya que en los supermercados, las góndolas están vacías, de paso a buscar algunos libros en la biblioteca, también discos y varios bidones gasolina para los generadores, no quiero que me pase lo que la vez pasada. En aquella ocasión, los generadores se quedaron secos y las luces se apagaron, algunos de los “monstruos” como vieron las luces apagadas y los agarró el amanecer en medio de la plaza, quisieron entrar, por suerte no estaba del todo dormido, los oí entrar y comencé a disparar, ellos solo gruñían mientras mis balas los hacían pedazos, fue una mañana movida, hasta que solo quedó uno en pie.
    La noche llega y con ella, toda clase de ruidos, aullidos y gruñidos. Miro por la ventana y la veo repleta de “personas”, caminan de un lado a otro, como buscando algo, entre ellos están mis vecinos, Don González y su esposa, eran una pareja de muchos años de casados, él fue el primero en enfermarse, infectado, controlado por una fuerza invisible entró a su casa, donde fue recibido por su esposa, a quien mordió y así convertirla en otro muerto caminante, entre ambos se comieron a sus hijos… carajo, animales sin conciencia.
    —La puta madre, escuchar a los niños llorar, gritar y no poder hacer nada, era terriblemente agotador y me sentí un inútil total —Sigo tomando y al ver la botella, noto que es otra cosa que tengo que agregar a la lista, pongo la botella a mi lado y sigo recordando— los alrededores de ambas casas estaban plagada de monstruos, fueron los primeros meses desde la infección, los muertos atacaban a todo lo que se movía
     —Mierda, ¿por que no se callan? —susurro mientras trato de conciliar el sueño, tapándome los oídos con la almohada mientras afuera gritan y gruñen— carajo, me dan ganas de salir a cagarlos a tiros, son solo mierda caminando, solo sirven para comer y caerse a pedazos.
    A pesar de los gruñidos y alguna que otra pelea entre ellos, logro conciliar el sueño.
    El timbre suena bien temprano, a las 6:30hs, lo pongo a esa hora, para que el día me sea más productivo. Miro entre las hojas de la persiana. Todavía quedan algunos de la noche, espero unos minutos más, mientras me lavo los dientes y para cuando salgo ya no queda ninguno. El sol está alto y sus rayos se extienden por toda la calle. Cargo mi jeep, lo reviso bien, que no me falte nada: linterna, luz ultravioleta, escopeta, cartuchos (bastantes cartuchos), cuchillo y mucha fuerza de voluntad para no dejarme caer.
       —Que desierto esta todo,—pienso mientras conduzco despacio— las calles, llena de autos dispersos a lo ancha de estas, también se ven algunas motocicletas en las veredas y en el arenero de la plaza, todo conforma un panorama tristísimo.
    —cuando lo perdés todo te aferras a lo que sea, —Pienso y por momentos, la congoja se adueña de mi corazón, pero debo ser fuerte, si no quiero ser parte de este panorama,, como objeto no inanimado—Pero cuando sentís que si esa persona que amas, se va a morir, haces todo para que eso no suceda, al menos eso seria lo normal.
    Muchos de estos animales si bien no salen a las calles a atacarme, puedo verlos parados dentro de las casas, sus cuerpos pudriéndose, estáticos, y sus ojos muertos me observan con un ansia terrible.
    Para algunos, el querer que su familia esté a salvo, los obligaban a hacer cosas tan locas como ineficientes, una de ellas fue esconder en el sótano a toda la familia, y así evitar que se contagiaran, que boludo fueron, se contagiaron igual,  en cambio otros fueron envueltos por un miedo atroz, miedo a no infectarse, lo que desato una locura sin límites. Cuando dijeron en las noticias que a los cuerpos de los enfermos se los debería quemar, lo tomaron en forma literal y hubo un periodo en que algunos quemaban a sus hijos en sus camas, padres, hermanos, incluso en algunos casos el miedo a la muerte fue extrema, quemaban la casa entera, con varias familias dentro, por Dios, al final el hombre es mas peligroso que cualquier plaga o animal existente.
    ―Ya estoy en la estación de servicio—pienso, mientras dejo cargando el surtidor y entro en busca de chocolates o latas de lo que sea, nunca están de más― como todo en el lugar, desierta por supuesto, cargo el tanque, 5 bidones, siempre atento a cualquier cosa que se mueva
    Una vez cargado todo, miro el cielo, todavía tengo bastante tiempo. Me dirijo a buscar los libros, la biblioteca no está lejos de donde cargué combustible. Recorro varias cuadras y al llegar noto un detalle que nunca antes le presté atención, el lugar es realmente grande.
    Se que es una mala idea ir a la biblioteca, pero quiero leer algo nuevo, aunque el lugar sea dentro de todo muy apacible, con muchas mesas y estantes, seguro deben haber algunos durmiendo, no solo por que es un lugar amplio sino por que tiene cortinas en sus ventanas, que de seguro deben estar cerradas y por eso es que en este momento debe estar muy oscuro dentro. Saco del vehiculo un bolso, mi escopeta y un revolver que llevo como los de las películas de cow boys, en una cartuchera al cinturón.
    ―Ya estoy en la puerta de la biblioteca—susurro mientras cruzo lo que queda de la puerta principal, tal vez como resultado de algún ataque― tenia razón, está muy oscuro y debe haber varios locos dentro, no me importa, necesito llevarme algunos libros, aunque esos hijos de puta me lo hagan difícil.
    El interior del lugar tiene un aspecto lúgubre. Encendí la linterna y pude notar que tanto reloj, como los vidrios de las ventanas estaban hechos añicos, las mesas presentaban golpes y arañazos. Hay sangre salpicada en paredes y pisos, detrás del gran mostrador de roble, se encuentra tirado el cuerpo de la recepcionista, en realidad solo hay huesos, puedo saber que era ella por su famoso prendedor, obsequio de la comunidad, por mantener en tan buen estado el lugar. Sigo deambulando entre las góndolas de madera y por momentos presiento que no estoy solo.
     ―Sabia que habría moradores dentro de este lugar—susurro mientras recorro las góndolas en busca de quien esté escondido― así es que primero, tengo que sacarme de encima a estos muertos y después si, llevarme todos los libros que entren en el jeep.
    Pongo el bolso sobre una de las mesas y empiezo la búsqueda iluminando el lugar con la linterna de luz ultravioleta. Busco lo que sea que esté acá, camino y la luz se filtra entre los libros de los estantes, de pronto escucho unos pasos, los sigo y para mi sorpresa, lo que encuentro  llama mi atención. Son tres niñas, de no más de 8 años, una de ellas, mi sobrina Lili, las tres visten vestidos blancos, y al observarlas bien, noto que tiene los cabellos, la ropa y los zapatos sucios, al parecer se esforzaron en salir del hoyo, ya que sus uñas rotas, tienen tierra debajo.
    Cuando estaba viva, a Lili le gustaba visitar este lugar, decía que era donde se sentía cómoda.
    ―Lili, hola dulce ¿Qué haces por acá?—le pregunto, pero en respuesta recibí un gruñido.
    El aspecto de mi sobrina no era para nada lo que fue en un tiempo, lo que tengo frente a mí, era otra cosa: piel blanca, casi transparente podría decirse. Desde donde me encuentro puedo ver las venas que cruzan su rostro y sus brazos, ojos rojos, y para completar, baba saliéndosele de la boca cada vez que intenta decir algo.
    ― ¿Quiénes son tus amigas?— pregunto, esta vez las que responden son las otras y de la misma manera.
    —Fueron pocas las veces que estas cosas me confundieron sentimentalmente.—pienso mientras intento agarrar mi escopeta, sin que ellas hagan algo por escapar— Primero mis padres, luego, meses después, mis hermanos, pero es increíble lo duro que se vuelve uno al ver que lo horripilantemente increíble, se vuelve monótono, como en este caso.
    Al verlas tan indefensas, pequeñas, por lo mas sagrado, son apenas unas niñas. En ese momento el tiempo también pasó para ellas y al ver que no disparaba, mostraron los dientes, haciéndome caer en la realidad, son monstruos.
    Sin pensarlo, podría decir que casi por instinto, mi brazo agarró la escopeta y disparó volándole la cabeza a una de las niñas. Al ver a una de caer las demás huyeron. Recargué y volví a disparar, despedazándole una pierna a la otra y un tercer disparo dejó un hoyo en su espalda tan grande que podía ver al otro lado como la tercera, Lili, se escondía en el sótano de la biblioteca.
    ― ¿Acaso crees que soy idiota?, por nada del mundo me vas a hacer bajar a ese lugar hija de remil putas, ¿me escuchás mierdaaaa?—Era para mi, más que para ella esos gritos.
    Sabiendo la intención de la pequeña, decidí seguirle el juego, por que sabia muy en el fondo, que no podía dejar que tan inocente criatura siga sufriendo convertida en “eso”.
    ―Tío Eusebio, bajá, — escucho la voz de Lili, tan dulce como siempre, solo que esta vez retumbaba, en lo profundo del sótano―  vamos a jugar ¿Querés?, jajajajajaja
    ― ¿por que tenía que pasar esto? —susurro, mientras cargo la escopeta― ¿Por qué mierda tuve que venir a buscar estos libros nuevos?
    ―Ahí voy, Lili—le respondo mientras bajo las escaleras― vamos a jugar un rato.
    Continua...
    Si quieren saber como termina la historia, contactate conmigo @historiasdeaca, saludos